El León Y El Ratón

Era la hora de más calor del día. Un león, grande y majestuoso, se encontraba tumbado a la sombra de un árbol.
Estaba cansado de tanto rugir y demostrar que era el rey de la selva. Se había acostado ahí para echar una siestecita.

Apenas había cerrado los ojos cuando un ratón muy pequeño se le acercó.
Empezó a subirse por la cola y después caminaba entre sus patas.
Más tarde se paseó por el lomo de la fiera y empezó a dar vueltas alrededor de sus orejas. EI león apenas podía dormir y estaba perdiendo la paciencia.
Pero, como el ratón era tan pequeñito, no quería asustarlo.
El león intentó dormirse, pero el ratón volvía a colgarse de sus bigotes.

Hasta que al final, harto del pequeño animal, el león 10 agarró de un zarpazo.

—iNo me mates! iNo me mates, por favor! — gritaba el ratoncito muy asustado.
—Pero, ¿tú no sabes que yo soy el rey de la selva? Y ¿no sabes también que no debes molestarme ? — gruñó eI león.
—Si, 10 sé, 10 sé. Pero quería jugar— dijo el ratón.
Precisamente por eso no me has dejado dormir— le reprochó enfadado el león.

—Mira, rey de la selva, si me perdonas... yo te ayudaré en 10 que pueda— le dijo muy decidido el ratoncito.
EI león se puso a reír por la promesa del pequeño animalillo.

Tanta gracia le hizo que soltó al ratón.

—Anda, vete y déjame dormir de una vez — dijo cariñoso.
Para que no 10 molestaran más el león se alejó un poco de allí.

Pero tan adormilado iba que no vio una trampa oculta entre los árboles.

Una enorme red cayó sobre él. Cuando se dio cuenta, ya estaba metido en ella.

Intentó escapar pero ya no podía. Estaba atrapado.

Comenzó a rugir muy fuelle, tanto, que por toda la selva resonó su lamento. EI ratoncillo, que no andaba lejos, oyó aquellos mgidos y reconoció que eran los de su amigo el león.

Sin perder tiempo corrió hasta allá y comenzó a roer las cuerdas de la red. Poco a poco hizo un agujero 10 bastante grande para que el león pudiera escapar.

De esa manera ayudó el pequeño ratón al majestuoso y grande león.